Las manifestaciones feministas están marcando historia en nuestro país. Es difícil quedar indiferente ante una expresión tan masiva y transversal, iniciada en el entorno universitario que posteriormente se ha extendido a otros ámbitos, emergiendo como un continuo que habitaba en un sustrato no manifestado.
El mundo de la empresa también puede hacer una diferencia y jugar un papel en esta materia. Si bien está acreditado que aún la dirección corporativa empresarial es un mundo predominantemente masculino, la participación de la mujer en el escenario económico es relevante: según estudios del BID en 2015, el 64% de las decisiones de compra son adoptadas por mujeres. Ellas también encabezan casi el 40% de los hogares en Chile (39,4%, CASEN 2015). Sin embargo, la participación laboral femenina no logra superar el 50%, llegando al 48,5% (INE, 2018). Si esta cifra, que es una de las más bajas de Latinoamérica según la OCDE, aumentara, el PIB del país crecería en 6 puntos, según lo estima la Comisión Nacional de Productividad.
El comercio, que ha sido el mayor contribuyente al crecimiento económico del país en los últimos ocho años (Banco Central, 2017), es uno de los pocos sectores donde las mujeres superan el 50% (Impulsa, 2018). El aporte femenino en el sector comercio ha sido siempre relevante, lo que se confirma el hecho que la mayor parte de las decisiones de consumo las adoptan las mujeres.
¿Por qué las mujeres no se insertan más al mercado del trabajo? Entre las razones hay motivos sociales profundos pero jornadas de trabajo más flexibles y eficientes; robustecer el sistema público de salas cunas y un cambio conductual y cultural hacia la corresponsabilidad en los deberes domésticos y parentales, contribuirían. La mayor patricipación laboral femenina también ayudaría a reducir la brecha salarial que sigue siendo vergonzosa en Chile: alrededor de 30%, de acuerdo al Foro Económico Mundial.
A nivel de gobiernos corporativos la situación es más desfavorable para la equidad. En las empresas IPSA, el número de mujeres directoras cayó este año a 6,3% (el 2017 fue de un 7,3%, según Comunidad Mujer y el promedio de la OCDE es 20%). A nivel gerencial, un 13% de las compañías más relevantes de Chile tiene a una mujer (Informe de Mujeres en Alta Dirección de empresas 2017).
Está acreditado que la presencia de mujeres en altos cargos ejecutivos aumenta la rentabilidad en un 44%, de acuerdo a estudios de McKinsey and Company, por lo que aumentar la presencia femenina es un factor de conveniencia y no sólo de equidad.
Existen tres mecanismos reconocidos e internacionalmente implementados para aumentar la presencia femenina en cargos de toma de decisión: cuotas, cumplir y explicar y la autoregulación. En Chile el fenómeno que estamos viviendo debería servir para que las empresas reflexionaran sobre estos aspectos antes, sin esperar que se pueda legislar sobre esta materia. Ahora es cuando. La esencia del quehacer empresarial es anticiparse a los tiempos y a las tendencias y aquí existe una gran oportunidad.